ENTIERRO CELESTIAL| LOS DIFUNTOS SON DEVUELTOS A LA NATURALEZA: LOS BUITRES DEVORAN A LOS CADÁVERES
Los rituales funerarios son la mejor forma de conocer la relación que cada cultura guarda con la muerte. Desde el dolor de la partida de un ser querido, la forma en que se concibe su desaparición y hasta el camino que seguirá su alma según las creencias en turno, la separación definitiva del difunto entre los vivos es un momento esencial.
En las montañas del Tibet, la mejor forma de despedirse de los muertos es el jhator, una práctica que pone de manifiesto su comprensión del mundo y que para la cultura occidental puede resultar tan polémica como desagradable:
Se trata del entierro celestial, un ritual milenario que se realiza en las cordilleras del Himalaya y que tiene como principales protagonistas a la altura y los animales que habitan esta región.
El jhator consiste en llevar el cadáver a lo alto de una montaña en un lugar señalado específicamente para ello. Una vez en el sitio, los restos del difunto se diseccionan por un especialista y las distintas partes se dejan expuestas a la naturaleza.
Minutos después, las aves comienzan a destazar los restos y devorarlos por decenas, especialmente los buitres del Himalaya, carroñeros con un sistema digestivo desarrollado para alimentarse de carne en estado de descomposición.
Los restos que dejan las aves son aprovechados por las hormigas y otros insectos, mientras el cadáver continúa su proceso gradual de descomposición.
Según las creencias del budismo tibetano, el fin de la vida no tiene como derrotero el cielo o el infierno, sino la reencarnación, de modo que los restos materiales del difunto no poseen un valor intrínseco y, por lo tanto, permitir que regresen a la naturaleza en forma de alimento para aves carroñeras e insectos contribuye a mantener el ciclo de la vida.
El entierro celestial es el ritual funerario más utilizado en el Tibet y se estima que el 80 % de los funerales se realizan vía jhator. Desde el punto de vista ecológico, se trata una forma sustentable de deshacerse de los restos humanos y continuar la cadena alimenticia de la montaña.